¿Problemas con las glándulas anales de tu perro?

¿Problemas con las glándulas anales de tu perro?

Si alguna vez has notado que tu perro se desliza su parte trasera por el suelo, en un movimiento que se describe como si estuviera "barriendo", es muy probable que te hayas cuestionado la razón detrás de este comportamiento peculiar. Aunque a primera vista pueda parecer cómico o incluso adorable, esta acción generalmente indica la presencia de una molestia subyacente relacionada con las glándulas anales. Estas son dos pequeñas estructuras saculares ubicadas estratégicamente a cada lado del año de tu mascota. Su función principal es almacenar una secreción de olor característico y fuerte, que puede inflamarse o infectarse si no se vacían de manera adecuada y regular. 

Las glándulas anales, también denominadas sacos anales, son componentes naturales y esenciales de la anatomía canina. Estas estructuras especializadas tienen la capacidad de producir y liberar una sustancia oleosa y de aroma muy intenso, un olor que a menudo resulta desagradable para los humanos pero que desempeña un papel crucial en la comunicación canina. Esta secreción cargada de información olfativa sirve como una forma de señalización entre los perros, permitiéndoles marcar su territorio al depositar pequeñas cantidades en sus heces, así como para identificarse individualmente entre sí, similar a una "firma olfativa". En condiciones normales, el proceso de defecación ejerce presión sobre estas glándulas, lo que facilita su vaciamiento de forma natural durante cada deposición. Sin embargo, en ciertas circunstancias, este mecanismo natural de vaciado puede verse comprometido, lo que lleva a la acumulación de secreciones y al desarrollo de problemas. 

Es fundamental que los dueños de perros estén atentos a una serie de signos y comportamientos que pueden indicar que tu perro está experimentando molestias en las glándulas anales. La detección temprana de estos síntomas puede prevenir complicaciones y aliviar el malestar de tu compañero canino. Algunas de las señales más comunes y reveladoras incluyen:

  • Arrastre del trasero por el suelo: Este es quizás el signo más distintivo y fácilmente reconocible de un problema en las glándulas anales. El perro intenta aliviar la picazón o irritación frotando su ano contra el suelo.

  • Lamido o mordisqueo obsesivo de la zona perianal: Un aumento inusual en la atención que el perro presta a su área anal, a través de lamidos o mordiscos persistentes, sugiere incomodidad o dolor en esa región.

  • Mal olor cerca del ano: La acumulación o infección de las secreciones anales puede producir un olor fétido y característico que emana de la zona perianal del perro.

  • Dificultad o dolor al defecar: Si el perro muestra signos de esfuerzo excesivo, vocalización de dolor o incomodidad al intentar defecar, esto podría ser un indicio de inflamación o impactación de las glándulas anales que dificultan el paso de las heces.

  • Inflamación o enrojecimiento alrededor del ano: Una inspección visual del área perianal puede revelar hinchazón, enrojecimiento o incluso la presencia de secreción o abscesos, lo que sugiere una inflamación o infección activa en las glándulas anales.

Los problemas en las glándulas anales son una preocupación de salud relativamente común en los perros, y su origen suele ser multifactorial, involucrando una combinación de diversos aspectos. Una dieta deficiente en fibra o que contenga ingredientes irritantes puede resultar en heces más blandas de lo normal. Estas heces de consistencia inadecuada no ejercen la presión suficiente sobre las glándulas anales durante la defecación, impidiendo su vaciamiento completo. El sobrepeso y la obesidad también se han identificado como factores de riesgo significativos, ya que el exceso de tejido adiposo puede ejercer presión sobre las glándulas, dificultando su función normal. Además, la menor actividad física en perros con sobrepeso puede contribuir a una menor regularidad intestinal.

Existe también una predisposición genética en ciertas razas, particularmente en razas pequeñas, a desarrollar problemas en las glándulas anales. El sedentarismo general, independientemente del peso, puede también influir negativamente al reducir la frecuencia de las deposiciones y la firmeza de las heces. Por último, los perros que sufren de problemas gastrointestinales crónicos, como alergias alimentarias o enfermedades inflamatorias intestinales, a menudo experimentan heces blandas e inflamación en la región anal, lo que puede afectar directamente la salud y el funcionamiento de las glándulas anales. La salud óptima de las glándulas anales en los perros depende de una interacción compleja entre la dieta, el peso corporal, la predisposición genética, el nivel de actividad física y la salud gastrointestinal general. Mantener una dieta equilibrada que promueva la formación de heces firmes es un factor clave para asegurar el vaciamiento natural y regular de estas importantes glándulas.

El dilema del vaciamiento manual: ¿es siempre necesario?

Solo cuando sea estrictamente necesario y siempre bajo la guía y supervisión de un profesional veterinario. El vaciamiento rutinario y preventivo de las glándulas anales, sin una justificación médica clara, puede provocar más problemas que soluciones. Esta práctica innecesaria puede potencialmente debilitar el tono muscular de las glándulas o incluso generar una dependencia artificial, donde el perro deja de vaciarlas por sí mismo de manera natural. Además, si la técnica de vaciamiento no se realiza correctamente, existe un riesgo significativo de causar daño físico a los tejidos sensibles de la zona o de introducir bacterias, lo que podría derivar en infecciones.

Lo más recomendable es que sea un veterinario quien evalúe la situación particular de cada perro y determine si el vaciamiento manual es la intervención apropiada. En caso de que sea necesario realizar esta manipulación, el veterinario puede enseñar la técnica correcta y segura al dueño, especialmente si se requiere hacerlo en casa de forma ocasional. Sin embargo, en muchas circunstancias, la raíz del problema puede abordarse de manera menos invasiva. Un cambio estratégico en la dieta del perro, enfocándose en aumentar el contenido de fibra, o la incorporación de suplementos de fibra natural (como puré de calabaza sin aditivos, psyllium o fibras funcionales específicas para mascotas) pueden ser suficientes para mejorar la consistencia de las heces y facilitar el vaciamiento natural de las glándulas anales, evitando así la necesidad de intervenciones manuales.