La vitamina B12, también conocida como cobalamina, es un nutriente fundamental para el organismo de tu perro. A diferencia de algunas vitaminas que el cuerpo puede producir o almacenar en cantidades moderadas, la B12 debe obtenerse a través de la alimentación o suplementos, porque los perros no la sintetizan por sí mismos.
Esta vitamina participa en procesos vitales: favorece el funcionamiento del sistema digestivo, apoya la salud neurológica, colabora en la formación de glóbulos rojos y en el metabolismo de ácidos grasos y aminoácidos. En perros que comen dietas completas y balanceadas, normalmente ya está incluido en la formulación; Sin embargo, hay casos en los que puede ser necesario añadirla de forma externa.
¿Cuándo existe una deficiencia de B12? Señales que merecen atención
Detectar a tiempo una deficiencia de B12 puede marcar la diferencia en la calidad de vida del perro. Algunas señales que podrían indicar carencia incluyen:
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Diarrea crónica, diarrea recurrente o malestares digestivos persistentes.
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Pérdida de peso aunque el perro mantenga apetito
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Cansancio extremo, debilidad o falta de energía
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Pérdida muscular progresiva
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Falta de apetito
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En casos más graves, síntomas neurológicos: confusión, temblores o alteraciones de la marcha.
Estos síntomas no siempre son específicos, pues algunas condiciones intestinales o pancreáticas pueden producir efectos similares. Por eso es importante realizar evaluaciones completas (análisis de sangre, historial clínico, estudios digestivos) para confirmar si el problema está vinculado al nivel de B12.
Factores que favorecen la deficiencia
No todos los perros con bajo consumo de B12 son automáticamente deficientes; Suelen estar involucrados factores que dificultan su absorción. Entre ellos:
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Trastornos gastrointestinales crónicos (colitis, enfermedad inflamatoria intestinal)
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Insuficiencia pancreática exocrina (cuando el páncreas no produce enzimas digestivas adecuadas)
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Problemas de absorción intestinal o resecciones quirúrgicas del intestino
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Dietas caseras mal formuladas, veganas o con carencias de fuentes animales
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Algunas razas con predisposición genética a sufrir alteraciones en la absorción intestinal
Cuando se determina que el perro efectivamente tiene carencia de B12, el paso siguiente es decidir la vía de suplementación más adecuada.
Cómo suplementar B12: opciones y consideraciones
Cuando el veterinario determina que es necesario, existen dos formas principales de aumentar los niveles de esta vitamina:
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Inyecciones de B12 (cobalamina inyectable) Son especialmente útiles cuando existe daño intestinal severo o fallo en la absorción oral. Se administran con cierta frecuencia al inicio (por ejemplo semanalmente) y luego en pausa de mantenimiento.
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Suplementos orales En situaciones más leves o como complemento continuo, se recurre a cápsulas, comprimidos masticables o presentaciones líquidas. Estos pueden tener dosis entre 250 mcg hasta valores más elevados, dependiendo del caso. Al elegir un suplemento oral, debe diseñarse la dosis de acuerdo con el peso, el estado de salud y los niveles sanguíneos del perro.
También se puede reforzar la dieta con alimentos ricos en B12, aunque en casos de deficiencia por absorción estos no suelen ser suficientes por sí solos. Entre los alimentos más ricos destacan hígado, riñón, carnes rojas, pescados y mariscos.
En muchos perros que reciben suplementación adecuada, pueden observarse mejoras en el apetito, recuperación de peso, aumento de energía y mejora en la función digestiva. No obstante, la recuperación completa puede tomar varias semanas, pues el sistema debe restablecerse gradualmente.
Es esencial realizar controles periódicos de niveles sanguíneos de cobalamina para ajustar dosis y evaluar la respuesta. Además, este tipo de terapia debe considerarse dentro de un manejo integral: tratar enfermedades intestinales subyacentes, ajustar la dieta, optimizar la digestión y prevenir recaídas.
